Últimamente en los reinos ibéricos el invierno tarda bastante en llegar y se va muy pronto. Así que aquellos a los que nos gusta recorrer los valles nevados de las tierras del norte peninsular hemos de aprovechar las ocasiones que se presentan para desplazarnos hasta allí.
En esta ocasión iremos a la zona fronteriza entre los antiguos reinos de Aragón, Navarra y Francia para intentar subir la Mesa de los Tres Reyes son esquis. Aunque no es una ascensión difícil hemos de prestar atención a la maldición que nos persigue a los montañeros levantinos …
«… si a los Pirineos en un viernes quieres subir, muy poco has de dormir …»
… y aunque esta vez no llegamos tarde en absoluto al refugio de Linza, poco después de la medianoche recibimos la visita en nuestra habitación de un oscuro ser cuyos ronquidos hacían vibrar las literas donde dormíamos. Por suerte, con el mismo halo de misterio con el que apareció dicho ser se esfuma alrededor de las cuatro de la mañana para que podamos dormir un poco.
Tan pronto como sale el sol desayunamos, preparamos el equipo y comenzamos a seguir la huella en dirección al collado de Linza. Durante el trayecto nos vamos encontrando con los moradores del norte que saluda nuestro paso a la voz de «Kaixo» y «Oso Ondo». Será la tónica habitual durante este día escuchar poca lengua castellana.
Una vez alcanzado el collado de Linza nos dejamos caer en una suave diagonal hacía la izquierda hasta divisar ya al fondo la cima de la Mesa de los Tres Reyes. Desde el fondo del barranco superamos un pequeño desnivel hasta llegar a una loma que ya prácticamente no dejaremos hasta que nos quitemos los esquis antes de llegar a la arista cimera.
Aunque en esta zona las montañas son más bajas que en los valle más orientales las vistas que nos vamos encontrando son igual de espectaculares.
Hace un día perfecto para estar en el monte por lo que dedicamos bastante tiempo a fotografiar la zona, ya que es la primera vez que la pisamos.
En estas nos adelanta un oriundo de la zona cual expresso de medianoche y sin dudarlo intentamos seguirle el ritmo para que nos lleve por el camino más comodo. Pero, como ya hemos podido comprobar en otras ocasiones, esta gente del norte está hecha de otra pasta, así que poco depues estamos con la lengua fuera y pidiendo clemencia. De cualquier modo, estamos ya a pie de cumbre prácticamente, así que solo nos queda cambiar esquis por crampones y subir la arista cimera.
Hay que andarse con un poco de ojo porque la arista, aun no siendo díficil, va alternando tramos de roca con nieve blanda e incluso un poco de hielo, así que hay que mirar bien cada paso. Aunque somos de retirada de fácil, superamos la arista y llegamos a la cumbre.
Aquí noy hay ni mesa ni reyes …
… solo hay un santo, un castillo de hojalata y gentes del norte almorzando al sol y disfrutando de las vistas. Defraudados por no haber encontrado ningún monarca destrepamos la arista ponemos los esquis en modo descenso y bajamos el largo barranco que nos lleva hasta la Hoya de Portillo de Larra, desde donde remontaremos la Pakiza de Linzola buscando un descenso más directo hasta el refugio de Linza (track).
Después del merecido descanso en el refugio y tomando un café al sol comentamos:
- Pues no hemos visto ningún rey por aquí
- Pues no, vámonos a la zona de Riglos a escalar que allí por lo menos vemos buitres
- Oso ondo … A falta de reyes buenos son buitres
Al amanecer del domingo el reloj y una pista en mal estado deciden por nosotros que en lugar de escalar Dos Diablos en el Corazon en Peña Rueba, hagamos Tierra de Naide (V+, 145m, 5 largos) en los Mallo de Agüero. Una vía corta, fácil y equipada por nuestros admirados Sendero Límite, lo cual es siempre sinónimo de escalada de placer.
Cuando llegamos al aparcamiento y nos disponemos a salir, una pareja que había allí nos preguntan:
- ¿Donde vaís?
- A Tierra de Naide – les respondemos
- Ah bien … Ya vereis, es demasiado fácil …
Bueno, siempre es preferible que te digan esto antes de comenzar una vía, a que te digan lo contrario, no? Comenzamos a andar, y cuando llevamos apenas cinco minutos me noto muy ligero. Miro a Luis y el va igual ligero que yo …
- Pues estamos buenos, vamos para abajo a por los cascos
Me puedo imaginar lo que pensaría la pareja al vernos volver a por los cascos.
Llegamos a píe de vía y comienza Luis a escalar. Tal y como nos han avisado esto es bastante fácil, placa tumbada de conglomerado que se supera sin problemas. El segundo largo mantiene esa tónica aunque ya no tan tumbado.
El tercer largo de nuevo tumba y nos deja a pie del largo más díficil del día, un V+ mantenido muy bien protegido que se sube sin mayores dificultades.
El último largo vuelve a ser sencillo simplemente para llegar a lo más alto del mallo.
Una vez arriba solo queda recoger …
… disfrutar de las vistas …
… y despedirnos de los buitres que nos esperan al comienzo de la canal del rapel …
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